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Autor |
Mensaje |
angeluco BC-Spain es mi Tótem
Registrado: 19 Oct 2008 Mensajes: 4327 Ubicación: Santander
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Publicado: Jue Sep 05, 2024 6:39 pm Asunto: |
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"La lectura de todos los buenos libros es una conversación con los más dignos hombres de los siglos pasados que fueron sus autores"
PROUST citando a DESCARTES
"La lectura está en el umbral de la vida espiritual; puede introducirnos en ella,pero no es la vida espiritual"
PROUST
"Si la afición a los libros aumenta con la inteligencia,sus peligros,disminuyen con ella.Una mente original sabe subordinar la lectura a su actividad personal.Ya no es para ella más que la más noble de las distracciones, sobre todo la más ennoblecedora,pués solamente la lectura y el saber dan "las buenas maneras" de la inteligencia"
PROUST
Todas las citas están tomadas de "Jornadas de lectura" _________________ Todo sobre mí |
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ariuca Pirata del Caribe
Registrado: 03 Jun 2006 Mensajes: 2270
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Publicado: Lun Sep 16, 2024 6:39 am Asunto: |
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No puedo dejar de citar como lectora a la señora Pocket de Grandes Esperanzas, mi ídolo lidiando con la interrupción de visitas y niños:
La señora Pocket estaba sentada en una silla de jardín y debajo de un árbol, leyendo, con las piernas apoyadas sobre otra silla; las dos amas de la señora Pocket miraban alrededor mientras los niños jugaban.
—Mamá —dijo Herbert—. Éste es el joven señor Pip.
En vista de estas palabras, la señora Pocket me recibió con expresión de amable dignidad.
—¡Master Alick y señorita Juana! —gritó una de las amas a dos de los niños—. Si saltáis de esta manera, os caeréis al río. ¿Y qué dirá entonces vuestro papá?
Al mismo tiempo, el ama recogió el pañuelo de la señora Pocket y dijo:
—Ya se le ha caído a usted seis veces, señora.
En vista de ello, la señora Pocket se echó a reír, diciendo:
—Gracias, Flopson.
Y acomodándose tan sólo en una silla, continuó la lectura. Inmediatamente su rostro expresó el mayor interés, como si hubiese estado leyendo durante una semana entera, pero antes de haber recorrido media docena de líneas fijó los ojos en mí y dijo:
—Espero que su mamá estará bien.
Tan inesperadas palabras me pusieron en tal dificultad, que empecé a decir, del modo más absurdo posible, que, en el caso de haber existido tal persona, no tenía duda de que estaría perfectamente, de que se habría sentido muy agradecida y de que sin duda le habría mandado sus cumplimientos. Entonces el ama vino en mi auxilio.
—¡Caramba! —exclamó recogiendo otra vez el pañuelo del suelo—. Con ésta ya van siete. ¿Qué hace usted esta tarde, señora?
La señora Pocket tomó el pañuelo, dando una mirada de extraordinaria sorpresa, como si no lo hubiese visto antes; luego se sonrió al reconocerlo y dijo:
—Muchas gracias, Flopson.
Y olvidándose de mí, continuó la lectura.
Entonces observé, pues tuve tiempo de contarlos, que allí había no menos de seis pequeños Pockets en varias fases de crecimiento. Apenas había acabado de contarlo, cuando se oyó el séptimo, chillando lastimeramente desde la casa.
—¡Que llora el pequeño! —dijo Flopson como si esto la sorprendiese en alto grado—. ¡Corre, Millers!
Ésta era la otra ama, y se dirigió hacia la casa; luego, paulatinamente, el chillido del niño se acalló y cesó al fin, como si fuese un joven ventrílocuo que llevase algo en la boca. La señora Pocket seguía leyendo, y yo sentí la mayor curiosidad acerca de cuál sería aquel libro.
Según creo, esperábamos que apareciese el señor Pocket; así es que aguardamos allí, y tuve la oportunidad de observar el fenómeno familiar de que siempre que algún niño se acercaba a la señora Pocket mientras jugaba, se ponía en pie y tropezaba para caerse sobre ella, con el mayor asombro de la dama y grandes lamentos de los pequeños. Yo no lograba comprender tan extraña circunstancia y no pude impedir que mi cerebro empezase a formular teorías acerca del particular, cuando apareció Millers con el pequeño, el cual pasó a manos de Flopson y luego ésta se disponía a entregarlo a la señora Pocket, cuando, a su vez, se cayó de cabeza contra su ama, arrastrando al niño, y suerte que Herbert y yo la cogimos.
—Pero ¿qué ocurre, Flopson? —dijo la señora Pocket apartando por un momento la mirada de su libro—. ¡Todo el mundo tropieza!
—Naturalmente, señora —replicó Flopson con la cara encendida—. ¿Qué tiene usted ahí?
—¿Que qué tengo, Flopson? —preguntó la señora Pocket.
—Sí, señora. Ahí tiene usted su taburete. Y como lo oculta su falda, nadie lo ve y tropieza. Eso es. Tome el niño, señora, y déme, en cambio, su libro. _________________
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Es triste, pero desde el 11-S, los aeropuertos y aviones son
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será probablemente recogido por el personal de seguridad,
y podría incluso causarles una alarma indebida, así
que por favor usa el sentido común y libera tus libros
donde estén seguros. ¡Gracias!
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